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Educación Sexual

¿Por qué es importante brindar educación sexual a los y las adolescentes?

¿Por qué es importante brindar educación sexual a los y las adolescentes?

Aunque las personas adultas solemos pensar que las vivencias de las y los adolescentes no son tan importantes, hay que recordar cómo era para ellas mismas. No pueden restarle valor a la forma en que ellas/os sienten, si acaso pueden ayudarles a dimensionar las cosas para que no caigan en exageraciones, pero no pueden asumir que lo que les pasa no cuenta o no es tan importante como lo que las personas adultas consideran, valoran y hacen.

Por los cambios de maduración sexual es muy probable que los y las adolescentes tengan contactos sexuales. Por ello, lo más adecuado es que cuando lo hagan cuenten con la formación necesaria que les permita tener prácticas seguras y con responsabilidad.

Recordemos que, sin importar el contexto en el que se desenvuelvan las y los adolescentes, una de las constantes en esta etapa son los cambios de maduración sexual (en lo físico, psicológico y social) que pueden llevar o no, al inicio de la vida sexual activa, es decir, tener encuentros sexuales con otras personas. A diferencia de la niñez, en la adolescencia, los cambios hormonales generan una mayor atención en las sensaciones físicas, ya sean resultado de una experiencia erótica individual o del contacto con otras personas. Así que, se les hable o no acerca de la sexualidad, es muy probable que los contactos sexuales se presenten sin que, como adultos, ustedes lo puedan evitar. Por ello, lo más adecuado es que cuando lo hagan, las y los adolescentes cuenten con la formación necesaria que les permita tener prácticas seguras y con responsabilidad.

Algo que les ocurre a todas las personas durante su pubertad y adolescencia es que el desarrollo de los órganos sexuales y la aparición de otras características físicas, cambian la concepción del cuerpo propio y el de las otras personas. Comienza a ser más frecuente el interés por los temas relacionados con la sexualidad y, dependiendo del contexto cultural, aparecen demandas sociales para expresar su madurez sexual (esto incluye desde actos para “presentarse” socialmente, hasta la búsqueda de una pareja por parte de las familias para asegurar un matrimonio, pasando por el arreglo personal, que suele expresar de forma simbólica que ya se es un hombre o una mujer). Y aunque no ocurre en todos los casos, en su mayoría las y los adolescentes quieren expresar o demostrar que ya no “son unas niñas” o “unos niños”, a través de demostrar su madurez sexual.

Esto no significa que durante la infancia no existan comportamientos sexuales. Los hay, pero estos corresponden al nivel de maduración física y psicológica de las niñas y los niños. El tema de la sexualidad de la infancia varía dependiendo de cada cultura, pero uno de los derechos humanos más importantes de la infancia es el sentir que su cuerpo les pertenece, aprender a cuidarlo, conocerlo y quererlo; a vivir de acuerdo a sus necesidades y no exponerles a contenidos o prácticas inapropiadas. Las niñas y los niños tienen derecho a recibir la formación necesaria para su desarrollo sexual saludable, lo que definitivamente hará más fácil enfrentar los cambios que siguen en la pubertad y adolescencia. La educación integral en sexualidad es importante en todas las etapas de la vida incluyendo la infancia, pues además contribuye a la prevención del abuso sexual.

Si durante la adolescencia hay altas probabilidades de que se inicien las relaciones sexuales, la educación e información sobre sexualidad es necesaria pues contribuye a disminuir las prácticas de riesgo que se reproducen por la tendencia a la temeridad en esa etapa de la vida.

Es importante aclarar que las prácticas de riesgo se refieren a comportamientos que se consideran poco saludables, ya sea porque afectan física, social o psicológicamente a la persona, o porque desencadenan situaciones que producen esas afecciones. No todas las prácticas sexuales son de riesgo. Un ejemplo para aclarar lo anterior puede ser el consumo de alcohol: consumir responsablemente no es una práctica de riesgo, a diferencia de consumir alcohol de forma excesiva, que sí lo es.

El inicio de la vida sexual por sí mismo no es una práctica de riesgo, siempre que sea una decisión libre, consciente e informada. Sin embargo, esto no siempre ocurre así, generando el riesgo de un embarazo no planeado y/o no deseado. Y, dependiendo del tipo de contexto social, este inicio de la vida sexual activa puede ser alentado por las diferentes redes sociales de las personas y las ideas del sistema sexo-género, provocando que, en ocasiones, más que un evento de tipo personal se convierta en un evento de tipo social que debe de cumplirse para pertenecer a un grupo social, para tener un valor más elevado dentro de éste o para acceder a ciertos derechos que se consideran exclusivos de las mujeres que están casadas y son madres. Sin duda alguna, existen regiones donde esta situación es muy común, lo que está particularmente relacionado con el cumplimiento de los roles tradicionales y estereotipos de género.

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1 Comment

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